Wednesday, 6 October 2010

El Mercardo: Puerto López

Bone soup for breckfast in the sleepiest market.

A man in baseball cap and apron, who`s cheery face I`ve seen countless times about the country, talks shop over a jumble of chicken feet. People roll by on bicycles whilstling saludos. A robust and slighty cross eyed woman slices bananas into a frying pan. Scales hang from bamboo and rough timber rafters, holding up corrugated rooves. People stand and stare at fruit with folded arms. A dog`s found something to gnaw on. A neighbour asks for change, setting in motion a lazy limbed exchange. The bananas are turned. A girl in school dress puts away wet glasses. Plates clink. People arrive. A shorter robust woman, with genuine warmth, asks them which soup.Heat haze from content coals makes their bodies wobble. The bananas are drained, two or three more chopped into the fat. Deeper under the aluminium canopy, stacks more lean like wedding cakes, unsure on their foundations. A few juices are served here and there. Plastic furniture. Tables wiped down from time to time. Among the stalls tenderos recline, knees and elbows variously arranged.

The man in baseball cap and apron rinses his bench. His chicken feet have moved on. He stares downwards and to the left: through a woman and her washing up; through a converted bicycle with front trailer and the two large silver pots it carries; out to a point which must be around where the road begins.


Sopa de hueso para desayuno en el mercado mas dormido.

Un hombre en gora de beísbol y delantal, la cara contenta que he visto innumerable veces através del pais, habla del trababjo sobre un revoltijo de pies de pollo. Gente pasa rollando en bici y silba saludos. Una mujer robusta y un poco bizca corta platinos en un sartén. Básculas colgan de vigas de bambu y leña áspera. Las apoyan un tejado ondulado. Algunas quedan de pie y contemplan a fruta con brazos cruzados. Un pero ha encontrado algo para roer. Un vecino pregunta a otro si tiene cambio suelto y este empieza un perezoso intercambio. Se revolcan los platinos. Una chica en uniforme de alumna guarda vasos mojados. Platos tintinean. Clientes llegan. Una otra mujer robusta pero mas baja les pregunta cual sopa con sincero cariño. La neblina de calor de contentos carbónes causa que sus cuerpos se tambalean. Escurre los platinos, y corta 2 o 3 mas a la grasa. Debajo del dosel de alumunio torres mas de platino se inclinan como tortas de boda con bases inseguros. A algunos se ponen jugos. Entre los puestos tenderos se reclinan, codos y rodillas arreglados variosamente. Muebles de plastico. De vez en cuando un trapo pasa sobre una mesa.

El hombre de gora de beísbol y delantal pasa un trapo sobre su encimera. Sus pies de pollo ya se han marchado. Mira fijamente abajo y a la izquierda, atravéz de una mujer que friega platos, através de una bici convertida con remolque enfrente y las grandes ollas que lleva, hacia un punto en lo que debe estar donde la calle empieza. 

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